TEMA 4: FACTORES INTERPERSONALES EN EL
PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
La enseñanza no puede entenderse más que en relación
al aprendizaje, ya que esta realidad relaciona no solo los procesos vinculados
a enseñar sino también los vinculados a aprender.
El aprendizaje entendido como una conjunción, un
intercambio de la actuación del alumno y los diferentes elementos que forman
parte de su entorno, constituye el punto de partida para elaborar estrategias a
través de las cuales podemos desarrollarnos y evolucionar.
Tomando como referencia a Contreras, entendemos los
procesos enseñanza-aprendizaje como “simultáneamente un fenómeno que se vive y
se crea desde dentro, esto es, procesos de interacción e intercambio regidos
por determinadas intenciones (...), en principio destinadas a hacer posible el
aprendizaje; y a la vez, es un proceso determinado desde fuera, en cuanto que
forma parte de la estructura de instituciones sociales entre las cuales
desempeña funciones que se explican no desde las intenciones y actuaciones
individuales, sino desde el papel que juega en la estructura social, sus
necesidades e intereses”. Quedando, así, planteado el proceso
enseñanza-aprendizaje como un “sistema de comunicación intencional que se
produce en un marco institucional y en el que se generan estrategias
encaminadas a provocar el aprendizaje” (Contreras, 1990:23).
En el tema anterior se han abordado los diferentes
factores intrapersonales que influyen en el aprendizaje. Dichos factores juegan
un papel fundamental y provocan la interacción del que aprende con el objeto de
conocimiento. Sin embargo, además de estos factores intrapersonales, para que
se produzca el aprendizaje y la estructura cognitiva del que está aprendiendo
se modifique, debe darse la concurrencia de estos con factores contextuales y
socio-ambientales.
Como ya sabemos, la motivación, la maduración
cognitiva y emocional y los conocimientos previos son factores propios de cada
uno, pero a estos debemos sumarle, con una influencia evidente, el ambiente
sociocultural que rodea a la persona dentro de la propia escuela y de su
entorno familiar y social.
La influencia de familiares y maestros, así como la
participación de los iguales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, forman
parte de la motivación extrínseca que recibe el alumno a la hora de aprender.
La acción educativa consiste en ofrecer al niño la
posibilidad de progresar y desarrollar sus capacidades al máximo, con la
finalidad de ofrecerle estrategias para aprender.
Hoy en día, vivimos en la sociedad de la información
y la comunicación, lo cual supone una serie de cambios que tienen gran
incidencia en la manera de llevar a cabo el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Esto supone una
serie de retos y de cambios en la concepción de dicho proceso, de manera que
seamos capaces de ofrecer la posibilidad
de “aprender a hacer” más que de “aprender a conocer”.
Ya no es suficiente con adquirir conocimientos de
manera sistemática, sino que se trata de “aprender a aprender”, es decir, el
individuo de manera autónoma debe ser capaz de obtener las estrategias y
herramientas necesarias para participar activamente en su propio proceso de
aprendizaje.
Para poder llevar a cabo una nueva forma de
educación, en primer lugar debemos ser capaces de cambiar nuestra imagen de
infancia. Esta nueva mirada de infancia
supone un sujeto autónomo, capaz, con necesidades de relación, con diversidad
de ritmos y niveles de desarrollo,… Desde la escuela tenemos que ofrecer las
condiciones necesarias para que todos tengan las mismas posibilidades de
aprendizaje y de desarrollo, siempre teniendo en cuenta sus características,
intereses, necesidades,… individuales.
Como ya he explicado anteriormente, la sociedad
actual está en continuo cambio y la escuela debe acompañar estos cambios, transformándose
y adaptándose a las nuevas situaciones educativas.
Cuando hablamos de los factores interpersonales que
influyen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, estamos hablando de factores
que también han cambiado a lo largo del tiempo. La interacción maestro-alumno y
alumno-alumno, la relación familia-escuela, las reglas y normas sociales y la
disciplina, son aspectos sobre los que hay que reflexionar para transformar el
concepto de educación.
-
LA INTERACCIÓN
MAESTRO-ALUMNO Y SU RELACIÓN CON EL APRENDIZAJE.
Las expectativas, el comportamiento, las actitudes y
competencias del docente son aspectos que influyen directa o indirectamente en
la práctica educativa. De la misma forma, las expectativas, valoraciones y
actitud del alumno hacia su maestro influyen en el proceso de aprendizaje.
Ante todo, el docente que crea un clima de seguridad
y confianza en el aula y domina una serie de competencias que permitan
reconocer las necesidades de los alumnos y adecuar el proceso de
enseñanza-aprendizaje a cada situación individual, conseguirá que los alumnos
se sientan motivados e interesados por aprender.
Algunos estudios han ofrecido resultados sobre como
el comportamiento instructivo y el estilo de enseñanza influye en una práctica
educativa y en el rendimiento escolar.
Por un lado, Lippit y Lewin determinan la relación en
función del rol del docente: democrático, autoritario o laiser faire. Cada uno
de estos estilos ofrece una respuesta del alumnado y genera unas consecuencias
en el aprendizaje.
Por otro lado, Flanders diferencia entre dos estilos:
- directo, en el que el docente es el que expone y
explica, da instrucciones y se mantiene en actitud autoritaria.
- indirecto, en el que se le ofrece independencia al
alumno con respecto a las directrices del docente y autonomía en los
aprendizajes. El maestro se encarga de estimular para la participación del
alumno y le estimula y motiva.
También, Bennet expone dos estilos diferenciados de
docente: el liberal y el tradicional.
Todos estos estudios, y muchos más que se han
realizado para determinar como el estilo docente influye en el rendimiento
escolar, nos ofrecen propuestas para mejorar la eficacia docente. Sin embargo,
desde mi punto de vista, existen una serie de premisas fundamentales que
favorecen el rendimiento del alumno, entre las que nos podemos encontrar con:
-
Tener en cuenta
las necesidades de los alumnos y responder adecuadamente.
-
Valorar y
respetar la diversidad de ritmos y aprendizajes que nos podemos encontrar en
cualquier aula.
-
Mostrarse empático
y afectivo.
-
Potenciar el
trabajo cooperativo.
-
Aprender de la
propia práctica.
-
Reflexionar y
evaluar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, de manera que seamos capaces
de modificar o transformar determinados aspectos con el fin de mejorarlo.
-
Colaborar con
las familias para que el proceso de enseñanza-aprendizaje tenga cierta
coherencia y continuidad.
-
INTERACCIÓN
ENTRE IGUALES
Las relaciones entre iguales suponen un aspecto
importante para la elaboración de pautas de comportamientos y el aprendizaje de
habilidades y conductas.
Cuando hablamos de interacción entre iguales en la
escuela, podemos referirlo al trabajo cooperativo, es decir, una metodología de
trabajo que hace que todos los alumnos colaboren y participen en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Cada alumno contará con una función dentro del grupo,
evita que se rompa el ritmo de la clase y hace que este sea consciente de sus
logros y dificultades cuando mantiene un trabajo en grupo.
Si la interacción que se produce entre iguales se desarrolla
de manera negativa, provocará:
-
A nivel social
que el alumno se sienta desanimado y no intente relacionarse.
-
A nivel
intelectual la falta de motivación y de confianza para plantear dudas y
resolverlas limitará su desarrollo cognitivo.
-
A nivel personal
llegará a influir el la autoestima y en la formación de su autoconcepto.
Por ello, desde la escuela debemos ofrecer espacios y
experiencias para favorecer una interacción positiva y constructiva.
-
RELACIÓN
FAMILIA-ESCUELA
La familia juega un papel muy importante en el
desarrollo global de los niños. Por esta razón, es fundamental que desde la
escuela seamos capaces de ofrecerles el espacio y el tiempo que necesitan para
contribuir a generar una educación de calidad.
Las estructuras familiares han sufrido grandes
cambios y ya no existe un modelo único de familia. Hoy en día, debemos hablar
de familias en plural, teniendo en cuenta las variedades familiares existentes.
En la escuela debe haber sitio para todos, debemos
abrir las puertas y ofrecer a las familias las herramientas y estrategias
necesarias para que compartan con nosotros la labor educativa, llevando a cabo
un trabajo conjunto, coherente, coordinado y de respeto y tolerancia por ambas
partes.
No debemos olvidar que tanto familias como escuela
tienen una serie de funciones que no han de ser opuestas, sino que deben ser
complementarias por el bien de los niños.
-
LAS NORMAS
SOCIALES Y LA DISCIPLINA
La sociedad está regida por una serie de normas y
reglas que los niños irán adquiriendo progresivamente y con la ayuda de los
adultos.
La intervención del adulto es importante cuando los
niños están regulando sus comportamientos, pero hay que destacar que la
participación del niño en todo el proceso ayudará a una mejor comprensión de lo
que está sucediendo.
Además, la elaboración de sus propias normas de una
forma democrática y ofreciéndoles la posibilidad de reflexionar sobre cuales
deberán formar parte de su vida diaria, favorecerá su cumplimiento.